Si fas est ludos abiectis ducere curis
Est aliquis, mentem quo recreare queas.
Quern si scire uelis, hue cordis dirige gressum,
Inter complacitos hic tibi primus erit.
Non dolus ullus inest, non sunt periuria fraudum,
Non laceras corpus membra vel ulla tui.
Non soluis quicquam nec quemquam soluere cogis;
Certator nullus insidiosus erit.
Quicquid damnoso perfecerit alea ludo
Hic refugit totum simplicitate sui. 10
Tetragonum primo certaminis sequor habetur
Multiplicis tabulae per sua damna ferax.
Quamlibet octonos in partem ducite calles,
Rursus in oblicum tot menor adde uias.
Mox cernes tabulas æqui discriminis octo,
Octies ut repleas æquoris omne solum.
Sunt quibus has placuit duplici fucare colore,
Grata sit ut species et magis apta duplex.
Dum color unus erit, non sic racionis imago
Discitur: alternus omne rependit iter. 20
Illic digeritur populus regumque duorum
Agmina: partitur singula quisque loca.
Quorum quo numerus ludenti rite patescat,
Post bis quindenos nouerit ese duos.
Non species eadem, nomen non ómnibus unum:
Quam racio uaria, sic neque nomen idem.
Nec color unus erit diuisis partibus sequis:
Pars hæc si candet, illa rubore nitet.
Non diuersa tamen populorum causa duorum:
Certamen Semper par in utroque manet. 30
Sufficit unius partis dinoscere causas;
Ambarum species, cursus et, unus erit.
Ordo quidem primus tabulas diuisus in octo
Prefati ruris agmina prima tenet,
In quorum medio rex et regina locantur,
Consimiles specie, non racione tamen.
Post hos acclini comites, hinc inde locati,
Auribus ut dominum conscia uerba ferat.
Tertius a primis æques est hinc inde, paratus
Debita transuerso carpere calle loca. 40
Extremos retinet fines inuectus uterque
Bigis seu rochus, marehio siue magis.
Hos qui precedit (retinet quis ordo secundus
Æquoris), efigies ómnibus una manet:
Et racione pari pedites armantur in hostem
Proceduntque prius bella gerenda pati.
Liquerit istorum tabulam dum quisque priorem
Recte, quae sequitur, mox erit hospes ea.
Impediat cursum ueniens ex hostibus alter:
Obuius ipse pedes prœlia prima gerit. 50
Namdum sic uni ueniens fit proximus alter,
Dissimiles capiat ut color unus eos,
Figenti fuerit cui primum lata facultas,
Mittit in obliquum uulnera sæua parem.
Obuius ex reliquis dum sic fit quisque ruina
Hac preter regem precipitatus erit.
Quilibet hic ruerit, non ultra fugere fas est:
Tollitur e medio, uulnere dumque cadit.
Solus rex capitur nec ab sequore tollitur ictus,
Irruit, ut sternat, nec tamen ipse ruit. 60
Hic quia prima tenens consistit in sequore semper,
Circa se est cursus quemque tabella sibi.
At uia reginse facili racione patescit:
Obliquus cursus huic color unus erit.
Candida si sedes (1) fuerit sibi prima tabella,
Non color alterius hanc (2) aliquando (3) capit.
Hoc iter est peditis, si quando pergit in hostem,
Ordinis ad finem cumque me are potest.
Nam sic concordant: obliquo tramite, desit
Ut si regina, hic quod et ilia queat. 70
Ast quos uicinos dominis curuosque notaui,
Transuerso cursu sat loca pauca petunt.
Istarum fuerit positus quoquisque (4) colore,
Primo dissimilem non aliquando pete.
Post primam tabulam mox fit sibi (5) tercia (6) sedes,
Qua fit reginae, dissonus ille uiæ.
Preterea cursus æquites (7) girosque facessunt.
Sunt quibus obliqui multiplicesque gradus:
Dum primam sedem quisquis contempnit eorum,
Discolor a prima tercia (6) carpit eum.(8) 80
Sic alternatim tenet hunc illumque colorem,
Quelibet ut cursus ese tabella queat.
At rochus Semper procedit tramite recto
Utque datur racio, (9) porrigit ille gradum.
Quattuor in partes gressum distendere fas est
Atque uno cursu tota meare loca.
Hi certamen habent æquitesque (10) per horrida bella,
Ut, si defuerint, prœlia pene cadunt. (11)
In quibus et reliquis extat custodia sollers:
Inconsultus enim prœlia nemo petit. 90
Cuique datur custos, ne incautum uulnera sternant:
Solus, heu, facile, si petat arua, ruit.
Cum uero cuncti certatim prœlia densant,
Hostis in hostilem fit celer ire necem.
Hanc rex deuitat, hac numquam sternitur ille,
Hoc facto reliquis amplius ipse potest.
Dum tamen hunc hostis cogit protendere gressum,
Si conclusus erit, prœlia tota ruunt. 98
Si es lícito dejar las preocupaciones para dedicarse a los juegos,
hay uno que puede recrear tu mente.
Si deseas conocerlo, dirige aquí los pasos de tu corazón,
entre los preferidos, este será el primero para ti.
No contiene ningún engaño, no hay perjurios ni fraudes,
ni laceras tu cuerpo ni tus miembros de ninguna manera.
No pagas nada ni obligas a nadie a pagar;
ningún competidor será insidioso.
Todo lo que los juegos de azar dañino han provocado
aquí se evita completamente con su simplicidad.
Primero se sigue un cuadrado en la lucha,
El tablero múltiple, fértil en sus propios daños
Aunque lleves los caminos en parte por ocho,
recuerda añadir tantas vías oblicuas.
Pronto verás ocho tableros de igual distinción,
de modo que llenes todo el suelo del campo.
A algunos les gusta colorearlas con dos colores,
para que la apariencia sea agradable y más apto el juego.
Mientras un color permanezca, no se entiende así la imagen de la razón:
el alterno refleja todo el recorrido.
Allí se distribuye el pueblo y las tropas de dos reyes:
cada uno divide los lugares de manera singular.
Para que el número de ellos sea conocido correctamente por el jugador,
debe saber que hay dos después de dos quincenas.
No todos tienen la misma apariencia ni el mismo nombre:
como la razón varía, tampoco el nombre es el mismo.
Ni un solo color habrá en las partes divididas por igual:
si esta parte es blanca, aquella brilla en rojo.
Sin embargo, la causa de los dos pueblos no es diversa:
la lucha siempre permanece igual en ambos.
Es suficiente conocer las causas de una parte;
la apariencia de ambas y su curso será el mismo.
El primer orden dividido en ocho tableros
tiene las primeras tropas del mencionado campo,
en cuyo medio se ubican el rey y la reina,
similares en apariencia, pero no en razón.
Detrás de ellos, los compañeros inclinados, ubicados de aquí y de allá,
para que lleven palabras conscientes al señor.
El tercero de los primeros es el caballo a ambos lados, preparado
para ocupar los lugares necesarios con un recorrido transversal.
Cada uno de los dos extremos retiene las fronteras
cual, conducido por carros, sea torre o mariscal.
Aquellos que los preceden (en el segundo rango del tablero)
Mantienen la misma apariencia para todos:
y con igual razón, los peones se arman contra el enemigo
y avanzan primero para soportar la batalla.
Cuando uno de estos haya dejado el tablero anterior,
el que le sigue pronto será su huésped.
Si un enemigo viene a impedir su avance:
el peón se enfrenta primero en la batalla.
Porque mientras el uno se aproxima al otro de este modo,
Para que un color diferente los capture,
aquel que primero tiene la capacidad otorgada,
envía al oblicuo un feroz golpe.
Cada uno de los demás se encuentra así con la destrucción,
será derribado salvo el rey.
Cualquiera caerá aquí, no es lícito huir más allá:
es removido del medio, mientras cae por el golpe.
El rey solo es capturado y no removido del tablero,
él ataca para derribar, pero no cae él mismo.
Porque al mantener siempre la primera posición en el tablero,
alrededor de él, cada tablero tiene su curso.
Pero el camino de la reina se revela con razón fácil:
su curso es oblicuo y de un solo color.
Si su primera casilla fuera blanca,
ningún otro color la tomará nunca.
Este es el camino del peón, si avanza hacia el enemigo,
cuando llega al final de su fila puede moverse como la reina.
Pues así se armonizan: por un camino oblicuo,
si la reina falta, el peón puede lo que ella también puede.
Pero aquellos que he señalado como vecinos a los señores y curvados,
con un camino transversal buscan pocos lugares.
Cualquiera sea el color en el que cada uno de estos esté colocado,
nunca busca uno diferente al principio.
Después del primer tablero, la tercera casilla le pertenece,
cómo es para la reina, es discordante con el camino.
Además, los caballeros ejecutan giros y vueltas.
Tienen movimientos oblicuos y múltiples:
mientras cualquiera desprecia su primera casilla,
el tercero toma un color diferente del primero.
Así alternativamente toma este y aquel color,
de modo que cualquier casilla puede ser el curso.
Pero la torre siempre avanza por un camino recto
y extiende su paso según se le da razón.
Es lícito extender el paso en cuatro direcciones
y atravesar todo el terreno en un solo movimiento.
Estos mantienen la lucha, caballeros, por la batalla feroz,
de modo que, si faltan, las batallas casi fallan.
En estos y en los restantes, hay una cuidadosa vigilancia:
nadie busca la batalla sin consejo.
A cada uno se le asigna un guardián, para que las heridas no derriben al incauto:
Solo, ay, fácilmente cae si busca los campos.
Pero cuando todos con entusiasmo llenan las batallas,
el enemigo se apresura a la muerte enemiga.
El rey evita esto, nunca es derribado,
de este modo se hace más poderoso que los demás.
Pero mientras el enemigo lo obliga a extender su paso,
sí está acorralado, toda la batalla se derrumba.
Variaciones sobre manuscritos, según Murray
- fides – fe, confianza.
- hinc – de aquí.
- aliquanda – alguna vez, en algún momento.
- quo quisque – cada uno.
- tibi – a ti, para ti.
- tertia – tercera.
- equites – caballeros.
- iter – camino, ruta.
- ratio – razón, método.
- equitesque – y los caballeros.
- cadant – caen.
Einsiedeln Poem, [9–]. Einsiedeln, Stiftsbibliothek, Codex 319(645).
Traducción divulgativa con la ayuda de IA.